Este panal me hizo recordar mi lejana infancia allá en Pérez Zeledón en un lugar diminuto llamado San Pablito. De camino a la escuela habían muchos avisperos de este tipo y a la salida de clases los que se adelantaban alborotaban el panal para que picaran los de atrás así que, te exponías a una dolorosa picada de avispas que te dejaba sin pantalones y con la cara monstruosamente hinchada o te esperabas a que las avispas se calmaran, si escogías la segunda opción corrías el riesgo de una buena regañada en tu casa por llegar tarde. Por eso era importante salir corriendo de primero. Y por supuesto que no me le acerqué mucho, dado que conocí en pellejo propio el dolor de la picadura de estas avispas que nosotros llamábamos guitarrones por el zumbido que producen.