Mami y yo pasamos el domingo creando un rinconcito de color en frente de la casa.
Faltaba colorido para romper la monotonía del blanco y terracota.
Nada elaborado, eso sí. A mi edad cada vez amo más las cosas sencillas.
Nos quedó una mezcla de cositas que he recogido en los últimos meses: piedritas, troncos que tira el río en las orillas y plantitas que he comprado o me han regalado y una maceta que tenía guardada por ahí.
Y lo mejor, pasé con mami horas y horas conversando y creando.
Definitivamente ese arraigo a la Madre Tierra, lo heredé de mamá.
Algo importante que les quiero contar, también, es que para transformar un rincón, no se necesita de presupuesto elevado y a veces de ninguno. Se necesita solamente creatividad y deseos de transformar.
Espero con ansias el invierno para que este jardincillo madure y se llene de flores.