Sin lugar a dudas, Pancho fue un acompañante que vivió muy de cerca cada detalle del Juego de los Diablitos en Rey Curré. Desde tempranas horas de la mañana y hasta el atardecer seguía paso a paso todo el recorrido por la comunidad. Entremezclado en la lucha de los toreros y los diablitos, a los pies de los músicos y también entre los espectadores, Pancho hacía de guardián y verificaba que todo estuviera marchando a la perfección la actividad. Desde luego, nunca le faltó el cariño y admiración de la gente a tan bello y noble ser.
