Mi papá me cuenta que cuando él era casi un niño, vino a Pérez Zeledón un estadounidense a buscar mano de obra para huaquear (decía que tenía permiso) un montón de carajillos se fueron con él a trabajar en Rey Curré, dormían debajo del puente grande, la finca estaba a la derecha del puente. Trabajaban de 5 de la mañana a 5 de la tarde, nunca se quedaban ni un minuto más porque apenas oscurecía empezaban a sonar las ocarinas. Ellos le tenían terror a los espíritus de “los indios” y les pasó más de un chile. Sacaron cientos de piezas que salieron del país, como dice mi papa “Lo que hay en los museos no se compara a lo que vieron mis ojos” Urabá le llamaban ellos a aquella cerámica principalmente amarilla brillante.
Hace poco traje una ocarina de allí y empecé a sonarla en mi casa y él se vino corriendo tras el sonido y por eso me contó esta historia.
Lo más increíble es que nunca supe antes de esto y ahora yo trabajo de corazón apoyando a los territorios indígenas, pienso que aún sin saber estuve compensando el saqueo cultural que indirectamente hizo mi padre. Lo siento.
Nota: Desde que escribí esto he recibido grandes aportes de muchas personas, es importante hablar del tema del huaquerismo en Costa Rica. Todos conocemos a alguien que realizó la extracción de piezas arqueológicas.
