Lo recuerdo en aquellos portales de mi querida madre y que embellecieron mis fantasías de niño: ¿Quién le va a creer a uno que existe una fruta que al madurar huele a gloria? Aunque ustedes no lo crean, hasta mediados del siglo pasado era común que en un rincón de los portales costarricenses se pusiera escondido entre la lana y el aserrín de colorínes, y que con suficiente antelación se había puesto a madurar: era el Cohombro, una planta cucurbitácea comestible (a mí, eso me clarifica que se trata de un fruto de la familia del ayote, del calabacín y del pepino). Esta fruta, en su proceso maduración, libera un aroma dulce y perfumado que inundaba el portal y la casa…
El olor del cohombro fue en otro tiempo, un olor a Navidad…ese primer aromatizante ambiental fue orgullosamente, invento de nuestros queridos abuelos.