DIEGO
MARADONA
roma1/12/020
Si me fueras
más cercano,
si me permitieran
tocarte;
tan solo
te daría mi piel,
mis huesos
y mi sangre.
Que la vida la vivieras
y no tener que irte.
Tal vez
no tendrían algunos
que sacarte
a empujones,
al querer oír
de tu boca
palabras dulces
donde el futuro
no tiene espacio,
rumbo cardinal,
menos horizonte.
Siempre admiré
la inmensidad
de tu verde océano,
luego tu verbo
sencillo, pero sincero;
cuando abrazaste
a tus iguales
con quienes sembraste
surcos de esperanza
y una memoria colectiva.
La muerte
no es para vos
que entregaste
el corazón
cuando con la esférica
y “la mano de dios”
convertías en alegría
la tristeza de una ciudad
muerta por sus islas arrasadas.
No fuiste ni dios, ni rey,
solo un mortal
capaz de hipnotizar al tiempo
con tu mágica zurda
y con tu izquierda intelectual;
plato y adorno
en la mesa
de tus detractores.