Con voz sonora, firme, autoritaria, imperiosa, rotunda , casi viril, nos conmina a seguirla en la cruzada redentora.
Se hace acompañar de un selecto grupo de viejos conocidos , sabios y certeros , todos ellos impulsores del famoso TLC, la fórmula que nos iba a proyectar raudos al futuro promisorio. Incluso añade a uno que se suma de última hora, que en aquel entonces vociferaba, con aparente convicción, en contra .
Ellos, sabios irrefutables como son, dan el diagnóstico y adelantan las recetas. Ella, muy fogueada en la pantalla, sin perder su imperio y su voz sonora, ordena: “OBEDECEDLES”.
Guardando las apariencias, para que nadie crea que es imposición, pone en manos de un presidente al que descalifica, y de unos diputados a los que desprecia, y a quienes reta al imposible de ser valientes, la aprobación del diagnóstico y convertir en leyes las recetas.
Por ninguna parte habla de pueblo, del sentir de los que llevan la peor parte, hay que reconocer que ella en esto si es sincera, no engaña a nadie.
Todos la vimos por décadas defender e impulsar, junto a otro Santos, lo que llevó al país al hueco oscuro del que hoy nos quiere redimir.
Debe hacerse el reconocimiento. Pilar es buena actriz.
Quienes sean , lo suponemos, los que financian el arrebato “patriótico”, no se equivocaron.