Vamos por la mitad del 2020 y ya contabilizamos 44 muertes violentas de mujeres. Las causas de estas muertes son diversas y cada caso tiene sus particularidades. Pero más allá del número, cada una de esas muertes tiene el rostro de una mujer cuya vida y aspiraciones fueron arrancadas de tajo y para siempre.
Vivimos en una sociedad donde a las mujeres aún nos castigan por decir no, por decir sí, por quedarnos en casa y por salir de ella, por caminar en la vía pública demasiado tarde o demasiado temprano. Por pensarnos libres nos matan.
Para cada una de estas mujeres asesinadas, esperamos una justicia pronta y cumplida. Como sociedad, no podemos permitirnos la impunidad. Que se sepa que quien se atreva a dañar a una, tendrá todo el peso de la ley sobre sus hombros. Tenemos que garantizar a las mujeres su seguridad, su derecho al espacio público, a vivir libremente.
¡Que sepan los agresores que no tienen cabida en nuestra sociedad!, que sepan que ya no contarán con el silencio cómplice de nadie, que todos los hombres y todas las mujeres, en las escuelas, los colegios, los barrios y los pueblos, las empresas y las instituciones ya no toleramos una muerte más por violencia machista. Un país que no acepta más la violencia contra las mujeres.
¡Esa es nuestra aspiración!