Antes de la llegada de las culturas monoteistas, patriarcales e imperialistas el imaginario de la especie humana estaba poblado por las grandes madres, las diosas. Isis dice, en las letanías o textos de las pirámides de Egipto: “Yo soy la Madre del Mundo, la Estrella de la Mañana -atributos que luego se le dan a María pero despojándola de su condición de deidad-. Ustedes me conocen por muchas caras, yo tengo muchas manifestaciones pero siempre soy una, la Reina del Cielo, la Madre del Mundo”. Y para rematar dice que no solo está en nosotra-os, está adentro y afuera de hombres y mujeres, lo femenino está en los hombres.
Las diosas son arquetipos y cada una simboliza un conocimiento que ha tenido incidencia en las colectividades a través de los tiempos y que ha sido transmitido de generación en generación.